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Querido Rey de España


Soy una ciudadana española que no cree en los Reyes Magos ni en la inocencia de los reyes de ningún lugar.

Los políticos más representativos de esta nación dicen que es usted necesario e imprescindible para el progreso de esta joven democracia que tiene la misma edad que yo. Es curioso, porque opino que tuve mucha suerte de vivir en una democracia que hoy no existe.
El pasado se ha descubierto y nos ha mostrado la farsa y el montaje que usted nos hizo creer.
¿Por qué no te callas? Lo transformaría hacía usted de otra manera ¿Por qué no se va? Abdique señor Rey, y con usted llévese a los usurpadores y amantes que viven de las personas que hacen posible que usted viva como un Rey, el pueblo español.

Querido Rey, hace poco un vídeo sobre la familia real se hacía viral por las redes sociales e internet. Un vídeo que titulan algo así como “las verdades de la corona española que en España no quieren que se sepa” y que se ha censurado en este país. Y ya sabe, ese título ha sido como un “bocachancla”. Sale usted muy bien junto a ese elefante y en la foto grupal de familia. Fuera de entrar en el debate moral de esas cacerías de lujo, o en sus escarceos amorosos con princesas… (Sería perder el tiempo) somos conscientes de la educación que usted recibió de dictadores, así que moralmente usted tiene nulidad. Centremos esta carta en pedirle sólo un deseo: ¿Por qué no se va?

Este país que por desgracia se llama así mismo “España de pandereta” gasta millonadas en usted, su familia y su bienestar. En defensa y armamento militar… se lo comento pues usted es el Jefe del Estado, aunque ya lo sabrá. Nosotros, los ciudadanos que le mantenemos a usted y su familia, sabemos que está fuera de la ley, y por lo visto toda su familia también, aunque ahí si que la constitución no dice nada de ser inviolable, supuestamente sus hijas e hijos son ciudadanos como nosotros y nosotras ante la ley. Es cierto que en la práctica somos diferentes, no sólo en la práctica judicial, en la práctica ética también. Ustedes deben leer una biblia distinta, o un Corán diferente. Digo esto por lo mucho que les gusta besar crucifijos, ser la imagen del héroe de España y pecar a lo grande sin ser justiciados. Qué más da, es lo que tiene esta doble moralidad a la que también nos han educado.

Querido Rey, supongo que a sus oídos, ojos y sentidos por los que percibe el mundo, habrá percibido la decadencia política que sufre su nación; se habrá percatado de la tasa de paro que afecta a una parte importante de su país; habrá escuchado los índices de desahucios y las leyes que protegen a los ladrones y desprotegen a las y los obreros; habrá llegado a su nariz el tufo de la baja calidad de vida en la que estamos sumisos, viviendo de pensiones de nuestros abuelos o abuelas (quién tiene la suerte), familias enteras sobreviviendo con lo que usted gasta en pasta de dientes; habrá oído y aprobado con silencio los recortes que se han hecho en sanidad, educación y en todos los ámbitos que competen a la administración pública; sabrá cuántas personas enfermas han dejado de tomar sus medicaciones para poder alimentarse; habrá oído retumbar las víctimas que ya no están entre nosotros, víctimas que no sacan a la luz porque no les interesa; habrá leído en numerosas ocasiones testimonios de su pueblo arruinado y deprimido; habrá visto con sus propios ojos la voz de los ciudadanos y ciudadanas tomando las calles en defensa de estas políticas antisociales, antidemocráticas y en contra de esa constitución por la que juró democracia y cumplimiento. Habrá visto, oído, percibido, atendido… todos los desprecios que vive hoy quién le mantiene a usted y su familia. Estas leyes inconstitucionales que aprueban, por las que el pueblo exige se eximen, deroguen, se extingan en el olvido e incumplimiento; habrá sabido cuál ha sido la respuesta, otra ley anticonstitucional, sancionando al pueblo que se expresa en libertad, pacífica y democráticamente. Tiempos que se parecen más a los tiempos que usted vivió como adolescente aprendiz de su maestro Franco. Ser Rey no es sólo aparentar ante la prensa ser una buena persona, es tener actos que lo demuestren. Usted tiene la capacidad de Sancionar y promulgar las Leyes; Convocar y disolver las Cortes Generales y convocar a elecciones en los términos previstos en la Constitución.; Convocar a referéndum en los casos previstos en la Constitución; Proponer al Congreso de los Diputados el candidato a la presidencia del Gobierno, nombrarlo y cesarlo, en los términos previstos en la Constitución; y un largo etc. Usted sabe que se ha incumplido y se incumple la constitución a la que tanto se aferran cuando les interesa a ustedes la familia real y a los gobiernos de turno. Usted sabe que el pueblo español es sumiso, cobarde y aún vive acostumbrado al servilismo. Usted sabe que la libertad se compra y por ello nos quiere a la mayoría presos de este engaño que es España, patria querida, querida sólo por los que aguantan y aguantan lo que nos echen, despreciada por todos ustedes y por ti, rey de España, el primero.

Querido Rey, ¿recuerda usted la lectura de “El Principito”? Quiero recordarle un capítulo en el cuál este llega a un planeta donde lo habita un Rey, que al ver llegar al Principito exclama “ ¡aquí tenemos un súbdito!”, el protagonista se pregunta cómo puede el monarca haberle reconocido si nunca le había visto, y entonces hace una reflexión muy lúcida “Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.” En ese mismo reino, donde el monarca se sentía tan orgulloso de por fin ser rey sobre alguien, intenta sobornar con títulos de poder al principito a cambio de que este se quedara en su planeta, así que le sobornó adjudicándole el papel de ministro de justicia. Allí no había a quién juzgar así que el Rey dijo lo siguiente: “Te juzgarás a ti mismo. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio”; el principito por supuesto sabía que juzgarse a sí mismo podía hacerlo y que para ello no necesitaba hacerlo en su planeta, pues podía juzgarse en cualquier lugar donde estuviera, así que se marchó extrañado de la manera de ser de las personas mayores, en este caso. Ahora le hago la siguiente pregunta Majestad ¿Usted puede juzgarse a sí mismo rectamente? Si es así ¿qué veredicto o conclusión saca para seguir en el puesto donde está y seguir mintiendo, engañando, sobornando a su país que ha confiado en usted?

Querido Rey, tan sólo soy una súbdita, pero con opinión propia, con algo de sentido común y aunque me formé con la asignatura de ética y por lo tanto no he recibido los valores cristianos, creo y aseguro tener más moralidad que usted, al menos en lo que a mis actos se refiere. Sea consecuente y haga algo por su patria, abdique y váyanse usted y su familia con lo que vinieron, nada. Devuelva lo que no se merecen, hágalo por su dignidad ya que la honestidad no va con usted.

Señor Rey, si quisiera cualquier cosa, podrá encontrarme en el distrito Democracia, calle melancolía s/n. Allí somos ya muchos vecinos y vecinas, que aunque no le escriban a usted directamente, opinan lo mismo. España somos nosotros y nosotras: ciudadanos, ciudadanas. No usted ni los políticos.

Muchas gracias por su atención.

PD: Aún queda una partícula pequeña de libertad de expresión, por ello aprovecho a escribirle antes de que también prohíban las líneas escritas como medio de expresión.

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